Era mi séptimo día de viaje, había cruzado media Europa en un vertiginoso recorrido que intenté aprovechar al máximo y retener en mi retina todas las imágenes que mi cámara no podía captar, todas las sensaciones, todos los pequeños matices que hacen que un viaje sea inolvidable.
Brujas me recibió con un cielo amenazante de lluvia y un frío otoñal que hasta el momento no había sentido. Esto no deslució la maravillosa arquitectura flamenca, ni sus calles, ni mucho menos sus canales llenos de barquitas haciendo el tour de rigor. La plaza del Ayuntamiento y el Archivo municipal es sorprendente. Pareces estar en un cuento, con esos edificios decorados con dorado, colores y formas curiosas. Sentarme en unas gradas que había justo enfrente era casi obligado para disfrutar de aquella imagen.


Pasear por sus calles era adentrarse en un bullicioso ir y venir de gente, la mayoría turistas que viajaban en grupo, algunos españoles. A mi me gusta caminar a mi aire por las ciudades, sin un rumbo muy definido porque eso te permite descubrir cosas que no vienen en los mapas, cafés con encanto, pastelerías que te atrapan con sus chocolates, dulces y panes, tiendas de regalos, cervecerías antiguas, un sinfín de atractivos que una ciudad puede ofrecer al visitante.
Es típico de Bélgica, y también de Holanda, comer patatas fritas con mayonesa. Sobre todo en Bélgica tienen una fama especial, así que era obligado acercarse a un puesto de patatas fritas y pedir un cucurucho. No sé si sabéis que entre belgas y holandeses existe cierta «rivalidad», a veces poco justificada ya que se parecen bastante en algunos aspectos culturales, sin embargo, entre ellos se dedican maliciosos chistes y comentarios dejando por tontos e ingnorantes a unos (los belgas) y por tacaños y cabezotas a los otros (los holandeses).
Es curioso cómo en Bélgica coexisten dos comunidades tan separadas entre sí, la flamenca y la francófona. Cuando estuve allí, no dejó de ser algo anecdótico que no aprecié más allá de las diferencias lingüisticas, sin embargo, es un problema mucho más serio que tiene dividido al país en dos.

Tras pasar el día en Brujas, cogí de nuevo el tren con el propósito de pasar la noche en La Haya. ¡Holanda me esperaba!