El pasado fin de semana estuve de visita en La Alhambra. El famoso monumento nazarí es visitado por cientos de personas al día. Un continuo trasiego de personas de todas las nacionalidades recorre los palacios y los jardines del monumento.
Esto sin duda, repercute en las cifras turísticas de la ciudad, que convierten a La Alhambra en el monumento más visitado de España, siendo cada año mayor el número de visitantes.
Pero, ¿cómo repercute esto en la ciudad de Granada? Podemos imaginar que muchos de esos visitantes se alojan en los hoteles de la ciudad, que comen en sus estupendos restaurantes y que hacen sus compras en las tiendas de la capital granadina… ¿pero es esto totalmente cierto?
Muchas de estas visitas organizadas a La Alhambra tienen como único objetivo el monumento nazarí, dejando de lado el resto de la ciudad. Olvidando el fabuloso patrimonio cultural y arquitectónico con el que cuenta Granada. Llegan en sus enormes autobuses, cámara en mano, recorren ensimismados las estancias de La Alcazaba, los Palacios Nazaríes, los jardines del Generalife, y de vuelta al autobús. Siguiente destino, la Costa del Sol, Sevilla,… o quién sabe, Madrid o Barcelona.
¿Y qué hay de los impactos económicos que se pierden en estas visitas relámpago, con el denominado “Turismo express”? (Me tomo la licencia de acuñar este término ya que no se me ocurre ninguno que defina mejor el tipo de turismo que realizan este tipo de visitantes). Y digo bien, visitantes, ya que los turistas por definición, pernoctan en el lugar de visita.
Se debate mucho en los distintos organismos públicos sobre cómo atraer a estos visitantes a la ciudad, sobre cómo enlazar La Alhambra a Granada, para que no sean dos destinos turísticos diferenciados. Algunos proponen incluso la creación de un teleférico que una ambos.
Me reservo mi opinión sobre este tema. O no, son memeces de politicuchos, que anuncian dicha medida como la panacea, como la solución a los problemas turísticos de la ciudad de Granada. Cuando habría que empezar por analizar la actual coyuntura turística de la ciudad y a considerar la planificación turística como una necesidad imperiosa para que sea un destino turístico diverso y de calidad.
Esta reflexión surge a raíz de algo que me impactó especialmente el pasado domingo cuando visité La Alhambra. Como he comentado, a pesar de ser domingo, estaba llena de turistas, visitantes y granadinos que aprovechando el día de sol visitaron el monumento.
A la salida, enormes autobuses esperaban para recoger a sus respectivos grupos. En concreto, me voy a referir a uno de Alemania. Donde el resto de autobuses del mundo llevan el portaequipajes, este sofisticado medio de transporte made in Germany llevaba una cafetería. Y no, no son imaginaciones mías. Un enorme termo con grifo para servir agua caliente, un carrito con bebidas e incluso botellines fríos de cerveza que, agradecidos tras el esfuerzo de horas caminando por La Alhambra, los citados alemanes disfrutaban antes de subir al autobús. Lo que me quedaba por ver.
Te ha faltado mencionar que el autobús, también tenia su propio juego de tazas y vasos y no precisamente de plástico 😉
Me gustaMe gusta
Cierto, cierto…la vajilla completa
Me gustaMe gusta
😉
Me gustaMe gusta