Lo prometido es deuda, y aunque un poco tarde, os escribo mi experiencia en el pueblo pitufo de Júzcar.
El día 16 de junio de 2011, Júzcar, un pequeño pueblo de la Serranía de Ronda se convirtió en el primer pueblo pitufo del mundo, coincidiendo con la promoción de la película Los pitufos, en 3D.
Lo que se convirtió en un excelente trampolín para dar a conocer la localidad y la comarca a nivel mundial, convirtiendo el pueblo pitufo en un nuevo atractivo turístico que podría permitir el desarrollo económico de la zona, atrayendo a un gran número de visitantes y turistas.
Coincidiendo con el reciente estreno de la segunda película, decidimos hacer una pituvisita a Júzcar.
Para ir hay dos posibles rutas a seguir: desde Ronda dirección Algeciras, encontramos a pocos kilómetros un desvío a la izquierda dirección Alpandeire, Faraján y Júzcar. La otra posibilidad es tomar la carretera Ronda – San Pedro y desviarnos hacia Igualeja, Cartajima y Júzcar.
Ambas opciones requieren de paciencia al volante, ya que son carreteras de montaña, estrechas y con poca visibilidad. La belleza paisajística es impresionante, ya que transcurre por zonas boscosas de gran valor ecológico.
Entre castaños, junto al Río Genal, el pueblo pitufo destaca por su color azul intenso.
Se trata de una localidad con casas de nueva construcción, sin casco histórico ni edificios tradicionales que conserven cierto encanto y sabor a pueblo. Por sus calles puedes encontrar a Pitufina, Papá Pitufo y al malvado Gargamel pintados en las fachadas, así como a una multitud de pequeños muñecos pitufos por las ventanas, puertas y balcones.
En pocos minutos habíamos recorrido las principales calles de la localidad, encontrando prácticamente todo cerrado, sin la posibilidad de comprar ningún recuerdo simpático de nuestra visita. Al parecer, sólo los fines de semana abren los comercios y las empresas con actividades relacionadas con el mundo pitufo. El resto de la semana, Júzcar es un pueblo tranquilo, ajeno a la fiebre pitufa.
Decepcionados con la visita y las posibilidades de ocio, tomamos un pitubizcocho en el único establecimiento abierto, en el Hotel- Restaurante El Bandolero donde nos recibió una amable y divertida pitufa que intentó hacer nuestra experiencia más gratificante.
Como tantas otras iniciativas turísticas que se ponen en marcha en la Serranía de Ronda, debo decir que no se le saca todo el provecho que se podría, sobre todo teniendo en cuenta la promoción a nivel mundial que se le hace al pueblo pitufo. Tanto las Administraciones Públicas de la Comarca, como las empresas privadas y demás agentes sociales, deberían realizar una mejor gestión y planificación de los recursos turísticos de una zona.
Tras la visita a Júzcar, el viajero se va con la sensación de que la fiebre pitufa pasará sin pena ni gloria por la localidad y con cierta sensación de decepción.