Resulta paradójico que cuando más tiempo libre tengo, menos le estoy dedicando a mi blog. Enfrentarse a la hoja en blanco requiere de inspiración. Nuevas aventuras que contar y nuevos destinos que explorar.
Pero el saber que me leen, en la mayoría de las ocasiones, me supone suficiente estímulo para entrar y dedicar unos minutos a escribir, como hago ahora.
El pasado Domingo de Resurrección, organicé una visita guiada a la Abadía del Sacromonte, aprovechando que la Semana Santa llegaba a su fin y en previsión de contar con poco tiempo libre en las siguientes semanas.
Con salida desde Plaza Nueva, el recorrido no es muy largo aunque tiene muchas cuestas y algunas subidas pronunciadas. Se trata de un paseo sencillo.
El evento, creado en el portal de Geokeda, tuvo gran acogida y se unieron treinta personas de distintas edades. Todos con la única idea de pasar una entretenida mañana de domingo, disfrutar de las estupendas vistas y, ¿por qué no? conocer gente nueva.
Como anfitriona, mi obligación era guiar al grupo y conseguir que todos se sintieran cómodos. Y creo que lo conseguí, aunque tuve una desertora que abrumada por tanta gente, españoles todos, y ella finlandesa…debió pensar que no era su lugar, a pesar de que yo me ofrecí a hablar en inglés con ella y todo.
Sin contar esto, el resto del grupo se lo pasó bien, sobre todo porque había varios «personajes» habituales de este tipo de eventos, que son la salsa de la fiesta. Entre bromas, risas y cachondeo, hicieron la mañana mucho más amena. Y me ayudaron a dirigir y reorganizar al grupo, siendo mis ayudantes jajaja.
En un gran ambiente, la subida se hizo realmente amena, parando a hacernos fotos de grupo y a las magníficas vistas que desde esa parte del Sacromonte nos ofrece La Alhambra.
Una vez en la Abadía, el cielo empezó a nublarse más de la cuenta, de forma que tras un buen descanso con tiempo para charlar y hacer muchas más fotos, decidimos bajar. Esta vez, tomamos una ruta alternativa, por los miradores del Sacromonte. Es muy bonito, pero la lluvia suave al principio y aguacero después impidieron que se disfrutara del paseo de vuelta. Los odiosos adoquines y piedrecitas de las calles del Sacromonte se convirtieron en un camino peligroso y a prueba de reflejos y equilibrios.
Una vez en Plaza Nueva de nuevo, el grupo se disolvió entre chubasqueros y paraguas, zapatos mojados y despedidas apresuradas.
Al llegar a casa, los mensajes de agradecimiento se acumulaban en la página del evento. Fue una experiencia estupenda, que sin duda repetiré.
[…] no han estado nunca en La Alhambra, sorprendentemente. Otros, no conocen los interiores o secretos que oculta la Abadía del Sacromonte entre sus paredes. Hay personas que no han callejeado por el Albaicín hasta estar completamente […]
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