Casi por casualidad, a través de un seguidor de Twitter, llegó hasta mí la información del II Desafío VALE. Para quién no haya oído nunca hablar de este evento deportivo, os diré que se trata de una competición deportiva multidisciplinar donde lo que importa es participar y ayudar a la Asociación Vale pro minusválidos de Dúrcal, en Granada.
Con unos mil participantes entre las distintas categorías deportivas: bicicleta de montaña, carrera por montaña y senderismo en sus diferentes modalidades, el II Desafío VALE fue un gran éxito de participación, deportividad e integración.
A pesar de la ola de calor, a las cinco de la tarde ya estábamos allí recogiendo nuestras camisetas, nuestros dorsales y nuestro sombrero.
Según la modalidad deportiva, se estableció un horario de salida diferente. Nuestro grupo, el de senderismo tenía una hora y veinte para llegar al kilómetro 7 para poder realizar la ruta de montaña completa (12 kilómetros).
En caso contrario, la organización tenía previsto un camino alternativo más corto que evitara que se hiciera de noche mientras los senderistas atravesaban los campos de Dúrcal y Marchena.
Salimos a las 19:10 h y el recorrido de los dos primeros kilómetros transcurrió entre fincas y huertas y la bajada hasta el río. Alcanzar el punto kilométrico 3 supuso subir una larga y pronunciada cuesta que nos llevó al primer punto de avituallamiento con fruta, agua con azúcar (caliente y poco apetecible) y barritas de cereales. Además, teniendo en cuenta el calor que hacía, la organización había instalado sistemas de goteo para refrescar a los participantes con una suave lluvia, que sin duda era el mejor remedio para combatir las altas temperaturas y mitigar los estragos de tanto esfuerzo en la subida a paso ligero y sin descanso.
A pesar de llevar un buen ritmo de caminata, nos dimos cuenta que era casi misión imposible alcanzar a la hora prevista el kilómetro siete y aunque intentamos acelerar la marcha, el trazado empinado entre campos de almendros de los tramos correspondientes al kilómetro 5-6 hicieron que llegásemos tarde a la bifurcación del camino.
Tras comer los últimos trozos de fruta y algunas barritas energéticas, el sendero nos dirigía ladera abajo, por un trazado diferente, mucho más bonito, entre árboles siguiendo una vereda y no por pista de carril, que aunque es más cómoda para andar, en mi caso, resulta monótona.
Descender el sendero, justo en el momento en el que el sol se estaba poniendo, entre pinares resultó uno de los momentos más agradables y, por qué no decirlo, más relajados de la ruta. Pensando que estábamos a un paso de alcanzar de nuevo Marchena, aunque fuese en menos tiempo y recorrido del planificado. Sin embargo, cuál fue nuestra sorpresa cuando entre huertas de frutales y olivos, apareció el punto kilométrico 10. Resulta que seguíamos en el recorrido extendido y que estábamos a punto de terminar la ruta completa.
Al llegar, sensación de satisfacción a pesar de ser los últimos. Hay que puntualizar que muchos de los participantes eligieron el atajo y por ello finalizaron el trazado mucho antes que nosotros y que, además, sirva de excusa, que relajamos el ritmo y la marcha en cuanto pensamos que ya no íbamos por el trazado largo, parando a comer nueces y haciendo fotos, disfrutando del sendero, como nos gusta a nosotros. Sin la presión de alcanzar una meta a una hora establecida.
Nuestra llegada fue caótica, sobre todo por la mala organización (he aquí un punto a mejorar para el próximo año) ya que no había nadie que indicara dónde recoger la bolsa del corredor. Pero preguntando se llega a Roma, y nosotros recogimos nuestra recompensa en forma de medalla (hecha por los alumnos de la Asociación Vale) y una completa bolsa con batido de chocolate, bollería, bocadillo de jamón, ticket para bebida, bolsa de patatas y un jabón artesanal. Ahora que lo pienso, si según la aplicación de Runtastic (que activé antes de salir) y según la cual había quemado 600 calorías, con todo lo que llevaba la bolsa habría recuperado al menos el doble y el jabón debía de ser una indirecta ya que sudar la camiseta sí que la sudamos. Dejando aparte las bromas, hay que decir que el dinero de la inscripción estaba realmente bien amortizado.
A continuación, presenciamos la entrega de premios, donde para mi gran admiración, teníamos a una tercera clasificada de nuestro grupo que participó en carrera de montaña. Y pensar que ella hizo corriendo el mismo recorrido que yo casi no puedo hacer andando… Definitivamente es mi ídola y con ella brindamos por el evento, por el buen rato que pasamos y por una causa solidaria en la que nos apetecía participar a pesar de todo.
Más información en cruzandolameta.es y Asociación Vale.
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[…] celebran en Granada y su provincia. Hace unos años participé en la categoría de caminata en el Desafío VALE y, durante varios años seguidos, hemos corrido en la ya multitudinaria Carrera de la Mujer. […]
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[…] 3. Desafío VALE. Ruta de senderismo por una causa solidaria. Participo junto con Aly, Rubén y Miriam (aunque ella participa en la modalidad de carrera). Leer post. […]
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Fantástico…. Admiro a tanta gente dispuesta por un compromiso de solidaridad. Felicidades
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Muchas gracias. Resulta gratificante aportar nuestro granito de arena por una buena causa solidaria. Besos 🙂
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