Grupo musical tradicional situado en el Aeropuerto de Chian Rai.

Tras una hora aproximadamente de vuelo, en la compañía nacional Thai Airlines, llegamos a Chiang Rai, que nos recibe con un ambiente tranquilo y lleno de paz.

Desde el avión ya se veía el cambio en el paisaje, pasando de la gran urbe que es Bangkok a una zona más natural llena de campos de cultivo y verdes montañas con frondosa selva.

Vistas desde la carretera, viajando al Triángulo de Oro.

Sin casi haber pisado la zona, ya sabíamos que nos iba a encantar. Nos recogieron en un micro bus, que sería nuestro medio de transporte durante el resto de días en la zona, y nuestra guía local Nisa nos introdujo en la cultura de la zona, explicando curiosidades, anécdotas y detallando la visita prevista para ese día.

Nos esperaba un intenso viaje en carretera hasta el famoso Triángulo de Oro, conocido así por ser la confluencia de Tailandia con Laos y Myanmar separados por el río Mekong y Ruak. (Descubre más sobre el Triángulo de Oro).

Vistas del Triángulo de Oro: Myanmar justo en frente y a la derecha Laos.

Se trata de la zona fronteriza y por tanto, un paso habitual de mercancías y también de contrabando. En esa parte de Tailandia destaca el cultivo de opio desde hace cientos de años, de hecho estuvimos visitando el museo del Opio, donde pudimos descubrir utensilios para el cultivo, la extracción y el consumo. (Conoce más sobre la historia del Opio).

Las vistas desde el mirador hacia la confluencia de los ríos y tener tan cerca los otros dos países, hacen de ese punto geográfico, una zona muy especial y estratégicamente muy importante.

Sorprende también las gigantescas esculturas de buda y de elefantes que hay en ese punto y que son visibles a gran distancia, justo al lado del río Mekong.

Para bajar del mirador al museo del opio o a la zona más cercana a la orilla del río, donde está el paso fronterizo para coger las embarcaciones que cruzan al otro lado, hay unas impresionantes escaleras con forma de serpiente ondulada que talladas en la piedra parecen descender de la montaña. Las esculturas en forma de serpiente en las largas escaleras son habituales y son serán las únicas que veremos a lo largo de nuestro viaje por el norte de Tailandia.

Escaleras en forma de serpiente del Triángulo de Oro.

Tras recorrer la zona, visitar el museo del Opio y disfrutar de las vistas de este enclave, fuimos a comer a un restaurante de la zona, también con vistas al río. Buffet libre con comida tradicional muy rica y variada. Y nosotros siempre dispuestos a probar nuevos sabores y productos, así que nos dejamos aconsejar por nuestra estupenda guía y comimos de lujo. (Descubre más de la gastronomía Thai)

Y con las fuerzas renovadas emprendimos el regreso pero en esta ocasión hacia nuestro hotel, Le Meridien. Si alguna vez vais a Chiang Rai, sin duda, os recomiendo pasar la noche allí. Un hotel de lujo, con preciosa estética asiática, que nos cautivó a todos con sus cuidadas instalaciones, sus piscinas en desnivel, su lago y su restaurante italiano a orillas del río. Queríamos cenar algo típico, para aprovechar más la esencia local, pero ninguno de los pocos restaurantes que había cercanos al hotel nos sedujo lo suficiente como para entrar. Así que el cansancio y las maravillosas vistas de luces de colores creando un magnífico ambiente romántico del restaurante del hotel nos hicieron decidirnos por una velada en grupo que sirvió para conocernos mejor y entablar divertidas conversaciones.

Instalaciones del Hotel Le Meridién, Chiang Rai.

Sentados junto al río, con una iluminación discreta y música en directo, disfrutamos de una noche de relax en el silencio que proporciona una zona rural y tranquila como Chiang Rai.

Y tras una maravillosa velada, tocaba descansar para emprender al día siguiente un día lleno de aventuras por el corazón de la provincia de Chiang Mai.

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