Nochevieja en la ciudad del glamour

Todo comenzó con un regalo en forma de billete de avión sin destino predeterminado, pero con fecha de caducidad. Así comenzamos a buscar destinos para pasar la nochevieja el año pasado.

Por extraño que os resulte, es más caro volar en esas fechas dentro de la península que salir al extranjero, así que no nos lo pensamos dos veces y nos decidimos por Milán, la ciudad del glamour.

Así el sábado a primera hora de la mañana ya volábamos con un pequeño equipaje de mano dispuestos de aprovechar al máximo nuestra escapada de fin de año en una ciudad que desde luego merece la pena visitar.

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En el aeropuerto de Bergamo, nos resultó muy sencillo comprar un billete de autobús ida y vuelta para Milán. Hay distintas empresas de transporte que realizan el trayecto y los precios son muy similares.

Una vez en el centro de la ciudad, nos costó más trabajo localizar la línea de metro que nos llevaba al hotel y, finalmente, cogimos el tranvía, que nos dejaba en la puerta del pequeño y sofisticado Hotel Boutique Duomo. Bien ubicado, se trata de un hotel pequeño, con un diseño cuidado y moderno, que tiene los servicios básicos de un hotel de tres estrellas en España.

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Justo al lado tiene un estanco donde se pueden comprar los billetes de tranvía y os recomiendo que cojáis un billete diario, que por 4.50 euros te permite subir en metro y tranvía todas las veces que necesites durante 24 horas.

Después de instalarnos, fuimos al centro, donde la imponente catedral Duomo preside la gran plaza central con elegancia. Es impresionante verla tras los trabajos de limpieza que le han realizado. Hace años visité la ciudad y un horrible andamio la cubría por completo desluciendo la vista.

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Si Milán es bonita y glamourosa cualquier día del año, en navidad se respira un ambiente maravilloso. La decoración de los restaurantes, tan adornados en las terrazas y las fachadas, sin miedo a que nadie toque ni rompa los llamativos decorados con temática navideña impresiona, así como las lunes, las guinaldas y la música que te envuelve en todas las calles del centro.

Pasear por las calles comerciales llenas de puestecillos de madera con comida tradicional, dulces y regalos puede ocupar toda una tarde. Además, las tiendas de lujo y de marcas tan reconocidas y demandadas en esta época como la de Lego, invitan a perderte dentro y curiosear.

Los milaneses inundan las calles en una vorágine consumista derrochando glamour tanto en su forma de vestir como en su estilo. Así que con nuestro gorro más chic y mis labios rojos, recorrimos todo el centro disfrutando del ambiente y haciendo una visita obligada a la galería Vittorio Emanuele II.

Pese a lo que pueda parecer, si buscas bien, es posible comer en el centro a un buen precio comida de calidad. Encontramos un restaurante con una larga cola para entrar, y antes de 10 minutos ya estábamos sentados esperando a que llegaran nuestras pizzas. Y realmente no has comido una pizza de verdad, hasta que no la pruebas en Italia. Deliciosa!

Apuramos la tarde noche y volvimos a nuestro hotel cansados pero satisfechos con nuestra primera toma de contacto con Milán, al día siguiente, antes de la fiesta y el concierto de nochevieja, teníamos un ambicioso plan turístico, para aprovechar al máximo nuestra escapada.

Empezamos nuestro recorrido por el Estadio de San Siro, que para nuestra decepción y sorpresa (como para el resto de visitantes) permanecía cerrado. Así que media vuelta en el tranvía hasta el gran cementerio monumental. Supongo que el de otras ciudades como París debe de ser también impresionante, pero a nosotros sin lugar a dudas, el de Milán nos encantó. Es inmenso y para visitarlo puedes dedicarle horas y horas. Es como pasear por un gigantesco museo al aire libre, que además con el día de niebla y humedad que hacía, lo ambientaba aún más. Hay grandes esculturas, estatuas que decoran los jardines, largas galerías con cuadros y reliquias y un conjunto arquitectónico que panteones familiares y de personas célebres que realmente impresionan por su belleza y por su grandiosidad.

Sin poder verlo entero, porque requiere de muchas horas, dejamos el cementerio Monumental y nos dirigimos al Castillo de Sforzesco, otra visita obligada si estás en la ciudad. Como estaba un poco saturado de visitantes, recorrimos las instalaciones y paseamos por su jardines, que en esa época del año, lejos de estar descuidados, invitan a hacerse bonitas fotos en el lago junto con las hojas secas caídas.

Terminamos nuestro paseo cogiendo el tranvía camino del centro de la ciudad. Qué maravilla tener una red de tranvías de todo tipo, modernos y antiguos de madera que persisten en el tiempo.

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Dedicamos la tarde a hacer shopping y probar la comida y los dulces típicos de los puestecillos de la gran plaza del Duomo. Debido a la fiesta organizada para la noche, la plaza permanecía acordonada y las visitas a la catedral se interrumpieron a partir de mediodía.

La seguridad ante la gran concentración de gente prevista para el concierto de año nuevo era patente con policía en cada calle adyacente a la plaza y en los alrededores. Asimismo, las líneas de metro y tranvía dejaban de funcionar por la noche en las paradas próximas a la plaza.

Estuvimos disfrutando de la noche milanesa, de la música de ambiente mientras entraba el público por las vayas metálicas al espacio del concierto, no sin antes pasar por un detector de metales. Vimos todos los preparativos y nos hicimos bonitas fotos bajo el gran árbol de navidad que iluminado competía con la luna y el gran Duomo. Nochevieja es una noche mágica.

Y al llegar la hora de cenar, con el frío y la humedad metidos en los huesos, nos retiramos a nuestro hotel, con una rica pizza recién hecha para disfrutar en nuestra habitación de una rica copa de vino tinto italiano, mientras por la televisión local veíamos la celebración de la plaza del Duomo. Las uvas o las campadas en Italia no se viven tan intensamente como hacemos en España, se limitaron a hacer una cuenta atrás y a brindar y desear el feliz año nuevo.

Los fuegos artificiales inundaron el cielo de Milán y le dimos la bienvenida al 2018 pensando en nuestros próximos destinos.

 

 

4 comentarios

  1. Me ha gustado esta entrada y me ha traído muchos recuerdos, yo también pasé un fin de año en Milán, hace ya diez años. Igual que vosotras, también pasamos mucho frío, y acabamos celebrando las campanadas en el hotel. Intentaremos antes ir a la plaza del Duomo, pero no paraban de tirar petardos. Por lo demás, me gustó mucho la ciudad y especialmente el Duomo y el cuadro de La última cena. Un saludo y enhorabuena por tu blog

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