Covadonga, 100 años de historia

Este año 2018 es un año muy especial en el Principado de Asturias y es que se conmemoran ni más ni menos que tres centenarios de gran importancia y valor histórico relacionados con el Santuario de Covadonga que era nuestra visita este día, a pesar de la lluvia.

Por un lado, se celebran los 100 años de la coronación de la Virgen de Covadonga. El santuario y la basílica lucen banderolas conmemorativas y además se puede visitar una exposición con fotografías antiguas de esos primeros años, hace un siglo, cuando coronaron a la Virgen. Merece la pena caminar tranquilamente entre los viejos muros del santuario y descubrir pequeños rincones llenos de historia y de tradición.

También cumple 100 años la denominación de Parque Nacional de Picos de Europa, enclave donde se encuentra el santuario de Covadonga y los famosos Lagos, que teníamos previsto visitar al día siguiente, cuando la lluvia y la niebla nos dieran una tregua.

Y por último, el reino de Asturias cumple años con la historia de Pelayo, su primer rey, como hito histórico. Hace 1.300 años Pelayo ganó la batalla contra los invasores dando paso a una frase muy popular en tierras asturianas que dice: Asturias es España y el resto es tierra conquistada. (Leer más sobre la historia del Reino Astur).

Así que dedicamos la mañana a caminar por las viejas escalinatas de la basílica de Covadonga, que mojadas por la lluvia y con el paisaje difuminado entre la niebla, le otorgaban, si cabe, un mayor halo de espiritualidad y misticismo.

Es maravillosa la estampa rosada de la basílica recortada por las montañas que la bordean. Igual que resulta muy bonito y especial ver a la Virgen en la cueva, con el sonido del agua de la cascada situada justo debajo como único acompañamiento.

Tuvimos la suerte de estar dentro, sentados en los pocos bancos disponibles, viendo a la santina, cuando cerraron el acceso y comenzaron la misa. Yo no soy especialmente devota de estos actos, pero reconozco que fue bonito oír la misa porque había un gran número de niños y adolescentes que cantaron y tocaron la guitarra mientras. No todos los días se puede estar en un lugar tan privilegiado, con ese maravilloso entorno, disfrutando de un rato de sosiego y reflexión.

Después estuvimos haciendo fotos por el entorno y al cabo de un rato emprendimos la marcha. Si tienes previsto hacer la visita te recomiendo ir como nosotros, bastante temprano, sobre todo para poder aparcar con facilidad. A la hora de irnos, la afluencia de visitantes era bastante más abundante y los autobuses empezaban a invadir los aparcamientos de la entrada. De esta manera, nos fuimos en el momento oportuno, sobre todo, porque teníamos previsto ir a la famosa playa de Gulpiyuri para comer sentados sobre la arena.

Y la lluvia nos dio de tregua el tiempo suficiente para disfrutar de esa playa tan especial y peculiar y poder asomarnos al acantilado por el que se cuela el agua formando la playa. El viento y las olas mientras subía la marea hacían de la gruta un embudo de agua.

El rato que pudimos estar allí sin duda fue estupendo y disfrutamos mucho. Además, era una playa que siempre había querido visitar y disfrutarla así, casi de forma improvisada fue magnífico.

Pero no todo iba a ser idílico… empezó a llover, así que recogimos rápidamente las cosas y volvimos al coche, está vez para ir a Llanes. No puedes estar por la zona y no visitar esta villa marinera.

Su famoso paseo de San Pedro sobre el acantilado ofrece unas vistas del mar y de la ciudad realmente maravillosas que cientos de personas disfrutan a diario. Estuvimos también recorriendo el centro histórico y aprovechamos para tomar un café justo frente a la ría.

Llanes es una localidad con importantes lugares utilizados como localizaciones de series y películas y os recomiendo hacer la ruta Llanes de cine, donde podéis descubrir paisajes de escenas muy conocidas. Además, cuenta con un conjunto arquitectónico medieval bastante bien conservado que merece la pena visitar.

Para acabar el día y teniendo en cuenta que era nuestra última noche en Asturias, decidimos ir a cenar a Cangas de Onís. La oferta gastronómica es muy amplia y para todos los gustos y bolsillos. Nosotros nos decantamos por un pequeño restaurante justo frente a la oficina de turismo cuya comida fue abundante y deliciosa. Una buena forma de, prácticamente, despedirnos de la zona. Al día siguiente nos esperaba la subida a los Lagos de Covadonga. Y estábamos impacientes.

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Todas las imágenes son originales ©

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