Despertar despacio

Creo que ya nos hacía mucha falta tener un fin de semana de descanso, poder levantarnos sin prisa un sábado y tomarnos el día de relativo relax. Y digo relativo por siempre hay que hacer cosas, tediosas muchas veces, como la limpieza general o la compra semanal. Pero despertar sin prisas, es uno de los pequeños placeres que debemos darnos de vez en cuando.

Y es que ha sido un mes vertiginoso, donde los horarios extensos y las horas extra han hecho complicado compaginar nuestra vida laboral y nuestras funciones de padres. Es difícil sacar tiempo para todo e imposible hacerlo sin la ayuda de la familia, siempre dispuesta a cuidar de la pequeña Emma, sea cual sea la hora. Da igual que sea a las 6 de la mañana un sábado o a las 3 de la tarde un martes, los abuelos y los titos afortunadamente están siempre disponibles.

Septiembre es un mes caótico para nosotros, sin reducción de jornada, ni plan de conciliación familiar, este año ha sido menos duro de trabajo pero más difícil de sobrellevar. Nos pesaban las horas que no podíamos dedicar a nuestra hija.

Despertar sin oír el molesto sonido del despertador, dejarse llevar por los sonidos alegres de la mañana desperezándose, sentir el frescor mañanero mientras tomas café recién hecho, sin prisa saboreando cada pequeño sorbo…

Esa sensación de relax lo invade de repente todo, y el día avanza sin prisa, sin mirar el reloj de forma apresurada, intentando disfrutar de cada momento, dejando que el sol se ponga de forma tranquila, entre los árboles del parque mientras la luna ya aparece sobre las montañas aún desnudas de Sierra Nevada.

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