La pequeña floristería de la esquina acaba de sacar macetas y flores a la puerta, ha colgado el cartel de abierto y ha dejado algunos pascueros en la entrada para que desde la calle se vean las hojas rojas y brillantes.

Se oye el chirriar de la persiana de la óptica, que también está ya abriendo el negocio, como cada mañana unos minutos antes de que den las 10. En la calle, las pequeñas terrazas de las cafeterías están en pleno bullicio mañanero con clientes tomando café, tostadas y churros con chocolate.
Si caminas unos metros, verás que la frutería ya ha sacado sus cajas de tomates, naranjas y pimientos verdes a la calle, y que los primeros clientes ya hacen cola para llevarse las mejores frutas y verduras. Igual que en la pescadería, dónde se da la vez ya desde la calle, porque dentro, las atareadas pescaderas no paran de limpiar pescado a sus fieles clientes.

El sol empieza a calentar tímidamente, pero da gusto caminar por la avenida, rebosante de gente que camina distraída, ensimismada en sus pensamientos y, en algunos casos, apresurados en sus quehaceres diarios. Se ven bolsas de la compra y carros llenos, que la gente arrastra con dificultad por la acera empedrada.
Al doblar la esquina, el olor a pan recién hecho te embriaga y te despierta el apetito. No puedes evitar entrar y comprar una hogaza aún caliente y algunos felipes para merendar.

Los escaparates lucen coloridos llenos de ropa, calzado y regalos. Y es que las navidades están muy próximas. Se distinguen algunas luces parpadeantes de la juguetería, que ya tiene sus catálogos disponibles en la entrada para que los niños y niñas puedan ir escribiendo su carta a los Reyes Magos.

Al llegar a la placeta, algunos niños juegan con la pelota justo frente a la carnicería. Algunas madres están dentro haciendo la compra y compartiendo recetas para la cena de Nochebuena.
Comprar por el barrio, de tienda en tienda, te abre el apetito y además, se acerca la hora del mediodía, así que caminas por algunas calles estrechas, en busca de nuevo de la avenida, y tras cruzar el pequeño parque donde acaban de cortar el césped y el olor a hierba te impregna la ropa, alcanzas la zona de los bares de tapas.
Y aunque es invierno, el sol aneblinado y enfermizo logra hacer que te sientes en la terraza, más que nada para disfrutar de los pocos rayos de sol que haya antes de que alguna nube gris y esponjosa decida cubrir el cielo. Una cerveza fría siempre sienta bien y las migas caseras ya están en la mesa humeantes. En la mesa de al lado, un pequeño grupo de amigos se ha pedido una ración de rejos. Así que decides que la segunda tapa sean también unos rejos bien crujientes.

Después del pequeño tapeo, el paseo te lleva a caminar sobre tus propios pasos, recorriendo a la inversa la calle principal del barrio. En la farmacia, has olvidado la tarjeta sanitaria y tienes que pasar a recogerla. El farmacéutico te conoce de otras veces y la tiene guardada. Al salir, las primeras luces de navidad ya se han encendido en las calles y el sol ya se ha terminado de poner, tiñendo de un tono rosado el horizonte. Hace frío y la humedad se empieza a colar por las suelas de los zapatos. Casi sin darte cuenta, estás parado frente al magnífico escaparate de la librería del barrio, que te atrapa con las novedades que tiene expuestas. Los últimos lanzamientos y las nuevas colecciones de diseño son unos regalos estupendos para toda la familia.

Antes de volver a casa, decides comprar un cartucho de castañas a la mujer que cada tarde se pone con su bidón en la puerta del mercado. Así el camino a casa se hace más ameno.

El barrio respira vida porque los pequeños comercios lo hacen grande. Y nosotros tenemos que conseguir que vuelvan a llenarse de vida. La provincia de Granada lleva un mes cerrada. Sólo los establecimientos esenciales pueden estar abiertos. Y después del año difícil que llevan (llevamos), muchos no podrán volver a abrir. Ayer leía una noticia en la que los comerciantes se habían unido bajo una campaña a través de la Diputación para que los ciudadanos esperemos a que abran para hacer nuestras compras navideñas. Bajo el lema vuelvo pronto, espérame #levantamoslapersiana
Ahora más que nunca el barrio somos nosotros.

Muy guay tu recorrido por un barrio bullicioso. Mucho mejor que el silencio y las luces apagadas. A apoyar los pequeños negocios para que las familias coman y los barrios reluzcan y se llenen de vida:)
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Tu barrio debe seguir funcionando…ayudemoslo
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Así es!
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