Se acaba un año difícil, surreal en muchos casos me atrevería a decir, un año que nadie imaginaba que sería así. Con momentos muy malos, con miedo, con ausencias, con limitaciones y restricciones, con miles de muertes que dolían al otro lado de la pantalla del televisor. Un año 2020 que será recordado por las calles vacías y las ciudades mudas, por los aeropuertos llenos de aviones parados, por el palacio de cristal lleno de ataúdes, un año que recordaremos por el virus que logró paralizar el mundo entero.
Tan de película, tan irreal a veces lo que estábamos viviendo, que parecía una pesadilla de la que íbamos a despertar de un momento a otro…pero que se alargaba en el tiempo.
Llegamos al último día del año y toca hacer balance. Cómo resumir un año así, tan complejo. Me paro a reflexionar sobre todo lo que ha ocurrido y no soy capaz de hacerlo. No tengo palabras que expresen realmente todo lo que he sentido durante este año en el que nuestras vidas de detuvieron y ya no han vuelto a ser las mismas.
Debo de dar las gracias, eso sí, porque este año, el coronavirus me ha robado muchos abrazos y besos pero no me ha quitado el cariño de mi familia y de mis amigos, me ha quitado tiempo y vida social pero me ha regalado momentos entrañables con mi hija, me ha anulado viajes y escapadas pero no me ha podido quitar la ilusión por seguir caminando siempre hacia delante.

Un año para estar agradecidos quienes aún conservamos nuestro trabajo, quiénes no hemos perdido a ningún ser querido en esta pandemia ni hemos estado en una UCI, agradecidos de que podamos celebrar la vida.
Al año nuevo que llega le resultará fácil ser mejor que su antecesor, llega con la vacuna debajo del brazo y eso es sin duda la mejor noticia del año.

Un rayo de esperanza para recuperar poco a poco nuestra vida habitual. Para volver a viajar, salir con los amigos y sobre todo para volver a abrazar a las personas que más queremos.

Brindemos por todo eso:) ¡Ojalá se haga realidad!
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Sí, ojalá 😀
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