Reconectar

Hace aproximadamente un año, cuando llegaban días libres, fines de semana o un puente festivo, todos hacíamos planes para desconectar, para huir de la rutina laboral, para salir de nuestro entorno habitual y descubrir nuevos lugares, desconectar de todo y volver pasados unos días con las pilas recargadas.

Esta Semana Santa, por segundo año consecutivo, no ha sido posible viajar, ni salir de nuestras provincias, por lo que los planes de ocio se han tenido que adaptar a las nuevas circunstancias. Y menos mal que este año por lo menos hemos tenido días libres y la posibilidad de salir y hacer cosas fuera de casa. Hace un año estábamos en pleno confinamiento domiciliario.

Con un atisbo de ilusión y con la esperanza de que pronto volvamos a tener una vida más parecida a la que teníamos antes de la pandemia esta Semana Santa por lo menos la hemos disfrutado y mucho con nuestra hija y con nuestros amigos.

Además es que logramos hacer un pleno al quince. Aprovechamos para sacar tiempo y hacer planes y actividades con todo nuestro círculo social y familiar. Pequeños planes con nuestra hija que nos han hecho disfrutar mucho de cada momento juntos.

Ya desde el fin de semana previo empezamos nuestra actividad con una estupenda ruta andando por la ribera del río Genil desde el puente verde hasta la gasolinera de Cenes de la Vega. Es un recorrido de ida y vuelta muy agradable para hacer paseando y tiene una distancia de unos 8 kilómetros en un trazado llano junto al agua, entre vegetación y huertas. En nuestro paseo vimos caballos, patos y muchas flores.

Emma disfrutó de la primera parte del paseo dormida en su mochila de senderismo, la vuelta la hizo despierta y atenta al paisaje y a los animales.

Las tardes del lunes, martes y miércoles las dedicamos a pasear por el barrio, a ir jugar al parque infantil y a descansar.

El jueves teníamos el día libre así que aprovechamos para quedar para desayunar con unos amigos, después fuimos al parque Tico Medina a hacer deporte y jugar en el césped. Quién dijo que estar de vacaciones singinicaba relajarse. Empezamos con energía, y con agujetas, nuestros días libres.

Por la tarde organizamos un merienda también en el parque Tico Medina, para nosotros un lugar magnífico para ir a pasear, jugar en el césped o simplemente descansar. Con otra pareja con niños, la tarde estuvo llena de risas, carreras y juegos hasta que al caer el atardecer recogimos.

La mañana del viernes Santo la dedicamos a una actividad más cultural, fuimos al Palacio de Carlos V y al bosque de La Alhambra. Es una sensación muy extraña caminar por el recinto del monumento nazarí prácticamente en silencio, oyendo los pájaros cantar, sin el habitual bullicio de turistas y guías hablando en distintos idiomas que normalmente se superponen entre ellos, generando un ajetreo ahora mismo ausente. Tan solo algunos visitantes caminaban por la Puerta de la Justicia o esperaban para entrar a los palacios nazaríes. El Palacio de Carlos V nos recibió con unos rayos de sol que se escapaban de las nubes grises que cubrían el cielo de Granada, en silencio, con alguna paloma revoloteando alegre entre las columnas mudas de un recinto acostumbrado a la multitud y a los flashes. Emma corrió divertida por el centro del palacio, a su entera disposición. En el corazón teníamos un sentimiento agridulce, ya que es una auténtica gozada disfrutar de nuestro patrimonio de una forma tranquila pero da muchísima pena lo que supone para todos el hecho de que no lleguen visitantes ni turistas. Algunas tiendas de souvenirs, esperanzadas por ser festivo, abrían sus puertas ansiosas por hacer alguna venta que diera un ápice de optimismo a una temporada totalmente perdida. 

Por la tarde, tras un buen descanso, fuimos de paseo al centro de la ciudad para merendar café y un pastel en compañía de buenos amigos, para reencontrarnos con las risas, las anécdotas y los paseos urbanos que nos llevaron de nuevo al parque infantil, en esta ocasión, el que si sitúa al final del Paseo del Salón (es lo que tiene tener hijos pequeños).

El sol anaranjado despidió entre nubes un día fabuloso. Nos esperaba al día siguiente un día de barbacoa en el cortijo de otros amigos. El tiempo no nos quiso acompañar del todo y entre nubes negras, algunas gotas de lluvia y ratitos agradables de sol, disfrutamos de un gran día al aire libre, entre olivos y campos de trigo.

El domingo tocaba descansar y organizar la vuelta a la rutina de un lunes que se presentaba difícil después de unos días tan entretenidos. Aprovechamos para estar con la familia y disfrutar de los grandes momentos que nos regalan Emma y sus pequeños primos.

Y aunque la pandemia y los cierres perimetrales impidieron que fuéramos a Málaga a ver a mi familia, que no vemos desde Navidad, estos días nos sirvieron para reconectar con los amigos, con la vida social y con los planes aunque sean ajustados a las medidas de seguridad y a las actuales circunstancias.

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