Ni estaban solteros ni era una despedida

Organizar una despedida de solteros nunca ha sido una tarea fácil, y si no, que se lo pregunten a las personas que organizaron la mía hace ya cuatro años. Elegir qué tipo de evento o actividad puede gustar más a los novios es una árdua tarea que requiere de paciencia y un gran grupo de amigos dispuestos a colaborar. Si a esto le añadimos que estamos en pandemia, las dificultades se ven incrementadas.

Dos de nuestros mejores amigos han decidido sortear obstáculos y dificultades y a pesar de la covid-19 se han dado el sí quiero en un soleado día de mayo. Fue una ceremonia civil sencilla y con la asistencia tan sólo de los testigos, con autorización expresa para el evento debido a los cierres perimetrales sufridos hasta hace tan sólo unas semanas. Llegaron dispuestos a dar un paso más en su ya larga historia de amor sin sospechar que nosotros andábamos por allí aunque no físicamente, sí al menos en esencia.

En cuanto supimos de sus intenciones, tras diez años de noviazgo, que se dice pronto, nuestra maquinaria de pensar se puso en marcha. Estaba claro que no podríamos asistir al feliz enlace, ni habría una celebración posterior donde poder felicitar y brindar con los recién casados…pero…no se podía organizar algo? Y así en un par de semanas teníamos en marcha un plan.

Sin duda, el aforo era algo muy importante a tener en cuenta, por lo que sólo avisamos a los amigos más íntimos, siendo un total de 8 personas en un principio y finalmente 9. Evitamos la tentación de avisar a los familiares más allegados, que seguramente hubieran querido participar pero en cuyo caso no habríamos podido respetar las limitaciones de aforo en las reuniones.

Otro aspecto a tener en cuenta fue la actividad a realizar, por lo que pensamos en algo al aire libre sin necesidad de grandes complicaciones. Una barbacoa en el jardín siempre es un gran plan, sobre todo si lo acompañas de juegos, risas y buena compañía.

Necesitábamos cerrar un plan que les gustara y que les hiciera tener un buen recuerdo del evento. Contamos para ello con el saber hacer y la complicidad de la dueña del Complejo Rural Los Prados, en Guéjar Sierra, que nos ayudó a elegir dos casas rurales según nuestras necesidades, para repartir el aforo y con acceso a una zona de jardín reservada para nosotros.

Además, nos brindó la posibilidad de que fuera una reserva de sólo una noche y nos regaló poder estar hasta el domingo a última hora de la tarde. Con este tema cerrado, quedaba tan sólo poner en marcha la organización.

Decidimos mandar por carta certificada anónima una comunicación a los novios indicando la fecha del evento y la necesidad de contar con su entera disponibilidad para todo el fin de semana. Hicimos a lo largo de las siguientes semanas varias comunicaciones más con ellos, indicando mediante un email creado expresamente para la ocasión, las cosas que debían de preparar para el evento. Y por último, comunicamos la hora de recogida mediante un teléfono que no tenían identificado.

Tanto anonimato y misterio, puso en un principio nerviosa a la novia que desconfío del plan. Posteriormente, sospechando del grupo de amigos que estaba detrás de tan elaborado plan, accedieron a seguir nuestro juego.

Tuvimos que cancelar la fecha inicial del evento por un inesperado cierre perimetral que nos supuso replantear toda la organización. De hecho, esto propició que los novios se casarán antes de poder celebrar su despedida de solteros.

Tras reponernos de este imprevisto, quisimos estar presentes igualmente en su boda. Hacerles sentir que a pesar de las dificultades, nosotros estábamos allí con ellos, emocionados y felices por su enlace. Y para ello, enviamos un bonito ramo de flores que entregaron en el juzgado de Paz justo antes del acto.

Retomamos la escapada rural una vez levantado el estado de alarma, y habiendo revisado los índices de contagios de las poblaciones donde residimos todos los asistentes y los del municipio de Guéjar Sierra, donde se iba a celebrar la despedida de solteros (ya casados).

Según el plan previsto, el sábado, un coche oficial recogió a los recién casados y a su mascota para aventurarse a un fin de semana incierto. No sabían exactamente a qué se exponían y creemos que les gustó la sorpresa.

Disfrutamos de un agradable fin de semana rural, aprovechando el tiempo juntos para reír, desconectar, jugar a juegos de mesa hasta la madrugada y sobre todo, para celebrar con ellos su feliz enlace.

Aunque no podemos estar, estamos con vosotros.

Anónimo

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