
Si las dos ninfas del estanque pudieran hablar, nos contarían las miles de historias que han presenciado en la Villa romana de Salar entre el rumor del agua cayendo por la cascada, nos susurrarían secretos sobre la familia que habitaba hace cientos de años en la vivienda. Nos relatarían historias sobre los ilustres personajes que han pasado por ella y las anécdotas sobre la vida romana desarrollada en el Domus*.

Si las diminutas teselas* de los mosaicos policromados pudieran desvelar quiénes eran los señores de la Villa, a qué se dedicaban y nos pudieran contar los misterios que guardan bajo capas de tierra y sedimentos, podríamos revivir y recrear la vida y el aspecto exacto de una de las villas romanas más importantes de la Península.

Parece sorprendente que apenas se conozca la existencia de este yacimiento arqueológico cuya villa está datada en los Siglos I al III d.C. y siglos IV al VI d.C. y la importancia de lo que allí se está descubriendo cada vez que se avanza en la excavación. Hace tan sólo una semana aparecían cuatro bases de las columnas de una de las zonas de la Villa (leer noticia). Debe de ser excitante y emocionante ir descubriendo milímetro a milímetro, entre tierra y restos, el dibujo de un mosaico, o una columna intacta, que lleva allí cientos de años, esperando a que alguien con sumo cuidado la vaya desenterrando y junto a ella, los secretos que oculta.






Nuestras ganas de hacer actividades de ocio diferentes y aptas para ir con niños nos llevó a organizar con el grupo de amigos una visita a la villa romana de Salar previa reserva. La actividad incluía la visita guiada, la entrada a la piscina municipal y una paella en el restaurante de la piscina. Un pack muy apetecible en esta temporada de calor.
En el pase de las doce de la mañana comenzamos la visita guiada sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar, sin haber investigado antes, y tengo que reconocer que tampoco habíamos leído casi nada previamente. Al entrar en la primera zona visitable, nuestra sorpresa fue considerable. Un gran mosaico central preside lo que en otro tiempo fue el salón principal de la Villa. Se aprecia en la parte izquierda la zona de la cascada donde dos ninfas encontradas en las excavaciones adornaban el estanque en forma de U bordeando el salón.
El salón abierto a varios pasillos nos deja ver la construcción de la vivienda y se intuyen las estancias aún no excavadas como los pasillos que cruzan la zona del jardín hasta la entrada principal, que para verla hay que continuar la visita hasta la siguiente zona de excavación. El pasillo está decorado con un mosaico de temática marina, con peces y otros animales y destaca sobre todo la figura de la Nereida*, que se ha convertido en el símbolo de la localidad y de la Villa.

Las grandes dimensiones de las estancias y sobre todo la buena conservación de los restos que se han encontrado y que a día de hoy se siguen encontrando, han sorprendiendo incluso a los propios arqueólogos que han tenido que replantear sus hipótesis iniciales conforme van apareciendo los restos.
La importancia de este yacimiento reside, en primer lugar, en el tipo de mosaico que tiene, por lo pequeñas que son las teselas, lo que indica que era una familia pudiente quién habitaba la villa, sus colores tan distintos y variados hacen de una riqueza estos mosaicos que realmente maravillan. En segundo lugar, se trata de unos mosaicos que representan escenas hasta ahora inéditas como son las de cacerías con animales de África que podemos admirar con una gran precisión en los detalles en la segunda zona de la excavación.

Los restos hallados de las columnas nos indican que esa era la zona de la entrada principal y nos dejan imaginar las zonas que aún quedan por excavar.
Para los expertos que trabajan en este proyecto, resulta aún un misterio esta villa romana ya que no se han encontrado asentamientos romanos próximos (los que hay en Antequera serían los más cercanos) sin embargo, según explicó la guía, una villa como esta, es normal que esté próxima a otras villas y a un núcleo urbano aunque por el momento no se conoce ninguno.
La guía nos explicó con todo lujo de detalles los trabajos que se están realizando en la zona desde hace varios años y la lentitud en los hallazgos, debido sobre todo a la falta de financiación por parte de las administraciones públicas. Los trabajos de excavación se realizan bajo la dirección del arqueólogo Carlos González Martín y se llevan a cabo en verano a través de un convenio del Ayuntamiento de Salar con la Universidad de Granada, que cuenta con la colaboración de estudiantes de arqueología que realizan sus prácticas en este yacimiento.
Un lugar tan importante por su riqueza arquitectónica, por el patrimonio que se está recuperando y por la importancia de los hallazgos a nivel cultural, debería estar mucho más valorado.
La puesta en valor de los recursos patrimoniales es de vital importancia para que todos podamos conocer los secretos que se esconden, bajo varios metros de sedimentos, ocultos a los ojos inexpertos.

Gracias al esfuerzo de los habitantes de Salar, la localidad ha pasado de ser un pequeño pueblo próximo a Loja a situarse en el mapa como el pueblo de la Villa romana. El Centro de Interpretación, situado en el edificio del Ayuntamiento conserva la réplica de las dos ninfas, cuyas piezas originales se encuentran en el Museo Arqueológico de Granada. Sin embargo, conservan la venus original que se recuperó en una de las excavaciones, así como otros restos de distinto valor .
Y ante nuestro asombro, dos obras de Pablo Picasso completan la muestra del Centro de Interpretación, se trata de un cuadro y una vasija del artista malagueño que el Museo de Mijas cedió en apoyo a la Villa de Salar para otorgarle el reconocimiento que se merece y para preservar en la localidad los hallazgos que se hagan.


Además de las visitas guiadas, cuentan con otras iniciativas para dar a conocer la Villa Romana de Salar, como la sugerente idea de ser arqueólogo por un día, donde se le permite al visitante excavar, bajo supervisión, una zona delimitada. No descartamos apuntarnos para el próximo verano y enfundarnos en nuestra mejor versión de Indiana Jones, descubriendo tesoros enterrados. (Turismo de Salar)

Tras la visita y el visionado de dos pequeños vídeos acerca de lo que acabábamos de ver, el día continuó con una apetecible paella que degustamos de buena gana antes de refrescarnos y relajarnos en la piscina. Sin duda, fue un gran día, lleno de atractivos y que, en mi caso, me dejó con ganas de más.
Con la curiosidad por saber qué más esconden las laderas del río Salar en su cauce, qué otras maravillas están ahí sepultadas esperando a que un delicado pincel las destape y las ponga en valor.
Domus
Domus es la palabra latina con la que se conoce a un tipo de casa romana. Las domus eran las viviendas de las familias de un cierto nivel económico, cuyo cabeza de familia llevaba el título de dominus.
Teselas
Los romanos construían los mosaicos con pequeñas piezas llamadas teselas, de ahí que se refiriesen a ellos también como opus tessellatum. Las teselas son piezas de forma cúbica, hechas de rocas calcáreas o material de vidrio o cerámica, muy cuidadas y elaboradas y de distintos tamaños.
Nereidas
En la mitología griega, las nereidas eran las ninfas del mar, hijas de Nereo y de Doris, que habitaban en las profundidades del océano y que ayudaban a los marineros en los peligrosos mares.