Sentirse joven

Hoy os quiero hablar de una persona a la que admiro por su carácter, por su fuerza y por su jovialidad.

Sus ochenta años son sólo una fecha en su carnet de identidad y es que, ya desde muy joven, recuerdo cómo me decía que la edad es sólo un número, que lo importante era sentirse joven.

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Y vaya si lo es! Mi tía va a bailar varias veces a la semana, participa en un gran número de las actividades culturales para mayores que hacen en su localidad, hace teatro, va a natación y se apunta a cualquier cosa que surja. Con su grupo de amigas organiza meriendas, se disfraza en carnavales, se viste de flamenca para las fiestas y no pierde esa pasión por la vida. Entre otras cosas, es una gran cocinera y no duda en hacer pestiños y roscos si se lo piden. Sigue organizando comidas en casa los domingos con la familia y cuida de sus nietas si la situación lo requiere.

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Tiene un carácter alegre, sociable y jovial que le ayuda a mantener esa vitalidad tan envidiable. Incluso en los momentos más difíciles, ella tiene la fuerza suficiente para sobreponerse y sacar una sonrisa a los demás, aún cuando los ojos sólo quieren ser un mar. La pena seguro que la lleva por dentro, pero no deja que los demás lo aprecien de forma evidente.

Aún hoy me quedo embobada escuchando sus divertidas anécdotas, esas que ya desde niña me encandilaban y me hacían reír. Las vivencias más anodinas pueden llegar a ser muy divertidas si te las cuenta ella, con ese salero tan característico que tiene.

Anoche me llamó, llevaba toda la tarde trabajando en un texto que tiene que leer para su clase de teatro. Me había pedido consejo por la mañana y quería leerme el texto para saber mi opinión. Mientras la escuchaba no podía ocultar una gran sonrisa de orgullo.

«Soy profesora de Universidad y hoy una alumna me ha preguntado si el mundo ha sido siempre así, sólo de mujeres. Y aquí estoy sentada en mi biblioteca buscando una respuesta que creo que no tengo…»

No os desvelo más sobre su historia porque no he pagado los derechos de autor. Pero ya os adelanto que está muy bien, creativo y con un argumento desarrollado. No ha necesitado mi ayuda, tiene imaginación de sobra para hacer el breve relato y, aunque le preocupan las faltas de ortografía, su hija se lo revisará y «además yo no lo voy a enseñar a nadie, sólo lo voy a leer» asegura entre risas.

La vida son momentos y desde luego no todos son fáciles, ella ha tenido una vida complicada, como todas las mujeres de su generación obligadas por las circunstancias a trabajar desde muy jóvenes y a ayudar en casa. Madres de familia que no tuvieron las oportunidades que hemos tenidos las siguientes generaciones.

A pesar de eso, la edad no ha sido, en este caso, un impedimento para poder disfrutar de la vida y tener unas eternas ganas de ser feliz. A ello contribuye, de forma importante, gozar de una buena salud que le permite mantenerse activa. Sin duda es un gran ejemplo.

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