
Hace unos meses, al salir de trabajar, descubrí que me habían incluido en un grupo de WhatsApp llamado «la quinta del 82». El logo era nuestro querido amigo naranjito y todos los miembros de dicho grupo éramos antiguos alumnos del instituto que este año estrenamos la cuarentena.
Pasamos una tarde noche muy divertida hablando todos por el grupo, ya que la mayoría de nosotros no hemos mantenido el contacto y después de tantos años, ni siquiera nos recordamos.
El objetivo de ese grupo era organizar una quedada para celebrar juntos los 40 años y así reencontrarnos.
La persona encargada de organizar el evento podrá certificar que planear un evento con tantas personas, cada una de ellas viviendo en un lugar diferente, con turnos de trabajo de por medio, es francamente difícil. Poner de acuerdo a personas que casi no se conocen es una misión imposible. Así, lo que iba a ser un gran evento, similar a la boda del año en cualquier pueblo, se fue perfilando más en una quedada informal entre antiguos compañeros de clase. Desde mi punto de vista, mucho más acorde a lo que realmente se espera en este tipo de actos.




Se encargaron camisetas personalizadas, una tarta especialmente decorada para la ocasión y se reservó un salón en unos de los restaurantes del pueblo.
El sábado a mediodía nos juntamos 15 amigos y amigas que a pesar de los años que habían pasado, de casi no reconocernos en muchos casos, volvimos a estar juntos, recordando viejos tiempos, travesuras de adolescentes y comprobando que el paso del tiempo no borra los buenos momentos s.
Tuvimos un emotivo recuerdo para nuestro querido amigo Pedro, a quien quisimos homenajear con una pequeña placa conmemorativa y un ramo de flores. Siempre estará en nuestros corazones.

Las risas, las fotos de grupo y los buenos recuerdos hicieron que la tarde pasara rápida. Encantados de reencontrarnos y echando en falta a algunas personas que no pudieron unirse al almuerzo, quedamos en repetir la experiencia.
Es curioso comprobar cómo nos han tratado los años a cada uno de nosotros, cómo la vida nos ha llevado por distintos caminos y es bonito reencontrarse y ponerse al día. Algunos peinamos bastantes más canas, lucimos algunos kilitos de más y las arrugas marcan nuestras miradas y es que, a nuestro pesar, los años van dejando su huella. De aquellos adolescentes quedan las buenas risas, el buen rollo y la buena sintonía en el grupo.
Dicen que los cuarenta son los nuevos veinte. Nosotros por si acaso lo hemos celebrado por todo lo alto.

Mi marido también ha cumplido los cuarenta este año y lo hemos celebrado de una forma especial, en una casa rural con todos los amigos y la familia. Una gran barbacoa para celebrar que estrenaba los 40 con una sonrisa.






La vida no sólo debe vivirse, debe celebrarse.
Osho.
Yo misma en unas semanas soplaré mis cuarentena velas llena de ilusión, con ganas de vivir y de soñar. La edad, dice mi tía, es un estado mental y si eso es así, los que este año cumplimos los 40, al menos en mi entorno más próximo, estamos llenos de juventud, con ganas de seguir sumando años, experiencias y vida.
Seguimos atesorando momentos...
